martes, 30 de septiembre de 2008

viernes, 5 de septiembre de 2008

lunes, 25 de agosto de 2008

Paulita o Lionel ¿qué más da?

Por Paulita
Hablar de “Madre o selva” con justicia es un problema. Pero creo que el principio estriba en intentar la informalidad a la cual la misma obra convoca.
No me gusta hablar de ficción y realidad. A veces resulta estanco. Me parece más acertado pensar en una “realidad” con pliegues. Un vómito de coordenadas con varios posibles, un pequeño aleph. Tampoco me gusta el mito de lo innombrable. No es cierto que “Madre o Selva” no se pueda describir . Pero valen los garabatos y los trazos de colores, pues si hay algo por lo que brilla “Madre o selva” es por un cocoliche descabellado. En fin: ¿Podría describirse como un laberinto? Más bien me recuerda a esos parques de agua con toboganes, en donde los brazos acuáticos se cruzan y de repente la caída, el golpe en la geta. Es imposible caer bien parado, y la maya siempre se corre de su lugar. Y algo de eso tiene “Madre o selva”. Mal educada en un punto. Con un humor impertinente. Cabalgando lo burdo (nótese: cabalgar) sin caer en lo superficial. Entonces hay personajitos que entran y salen (y perdón por incurrir en la criminología de los diminutivos, pero es imposible no querer pellizcarles los cachetes), que parados uno al lado del otro no hacen más que “descombinar”. Y en ese kitch simpático en donde de repente la colegiala y Wally, es difícil no mirar la situación con un extrañamiento erótico. En el sentido de que una sonrisa estúpida acompaña al visitante en todo el recorrido, generándole una expectativa despótica por lo inesperado, y sigo desglosando la cuestión: inesperado en el sentido de que a veces la estupidez y lo cotidiano cobran tal magnitud de exposición que uno no puede más que reír resignadamente, alegre de estar en la butaca. Climas raros. Vínculos problemáticos. Si tengo que ser técnica debo referirme a la precariedad de la puesta: una tábula rasa para el despliegue de ese imaginario, a las buenas actuaciones, a la utilización acertada y eficaz de la música (de la banda “Escalera caracol”) pero sobretodo a una dramaturgia innovadora. Es difícil dar con una búsqueda auténtica. Puesto que los temas ya están barajados y ante la apremiante odisea de hallar nuevas formas de contar, “Madre o selva” abre un intersticio de novedad, y eso es fabuloso.
Olvidé mencionar la droga, que es uno de los motivos centrales. Qué más da… Madre o selva: un turismo que vale la pena .
Si no se entendió nada de todos modos se puede ir a la fiesta. Ahí no hay nada que entender y además hay tiempo para sacarse la maya del culo